Las redes sociales, nuevo entorno del acoso escolar

\"Mama

26/06/2013

Por Raúl Martínez Fazzalari

El autor explica que el cyberbullying creció entre los jóvenes a raíz de la expansión de Facebook y otras redes. Claves para encarar el tema en casa y en la escuela.

El pensador canadiense Marshall McLuhan escribió hace más de 40 años que el medio es el mensaje. Si pretendemos entender la forma de comunicación que tienen los jóvenes aplicando viejas normas estamos condenados al fracaso. Ven, escuchan, conversan, se relacionan y escriben de una manera impensada años atrás. Los medios digitales permiten la convergencia de las diversas formas de expresión; la inmediatez y la masividad hacen el resto. A ella no llegan a tiempo las leyes ni las interpretaciones tradicionales sobre las conductas y sus motivos.

En el año 2008 nuestro país incorporó al código penal nuevas conductas punibles denominadas genéricamente como “delitos informáticos”. Se tipificó la distribución de pornografía infantil, el acceso a cuentas de mail, el daño a los sistemas informáticos o la intromisión a bases de datos. Para esa época, el uso de las redes sociales no era una de las características distintiva de Internet. Luego, la venta masiva de dispositivos electrónicos de conectividad (PC, notebook, teléfonos inteligentes y tabletas) hicieron que su uso registrara records en nuestro país. Este fenómeno trajo consecuencias no previstas tan solo 4 años atrás. Nuevas conductas condenables como la suplantación de identidad, la seducción vía web o el acoso no constituyen en la actualidad categorías delictivas de tipo penal.

Cuando el acoso se da por medios electrónicos recibe la denominación de cyberbullying o ciberacoso y constituye en la actualidad un preocupante fenómeno que ha crecido entre los jóvenes. Lo caracteriza la frecuencia, la continuidad en el tiempo y la imposibilidad de tener control alguno sobre los mensajes que se transmiten, haciendo que la presión sea continua para la víctima. Los modos más habituales son la creación de perfiles falsos o de suplantación de identidades reales, el envío de mensajes o correos en forma anónima e indiscriminada y la creación de foros destinados al efecto. Son prácticas que llevan a los jóvenes víctimas a vivir un infierno continuo, según el relato de ellos mismos.

En nuestro país, según datos del año 2010, entre las edades comprendidas de 14 a 17 años los varones han reconocido haber perjudicado a alguien por Internet en un 27% y las mujeres en un 18%. En valores totales, han sido víctimas los varones de entre 11 a 16 años un 19%, incrementándose en las mujeres del mismo rango de edad al 81%. En relación con el uso de celulares, las cifras dan cuenta de que para perjudicar a alguien los chicos de 11 años lo han hecho en un 37% y las chicas en un 9%. Como víctimas se reconocen los datos más altos en los varones en edad de 13 años con un 17% y en las mujeres a las 16 años en un 19%, según datos del Foro Generaciones Interactivas.

Como podemos observar, todas estas acciones son realizadas por menores, lo que se suma a una triple dificultad: inexistencia del delito, imposibilidad de juzgar acciones penales cometidas por menores e inexistencia de un código penal de menores, lo que está contemplado en la Convención Internacional de los Derechos del Niño subscripta por nuestro país.

Como comunidad, las respuestas que podemos ensayar a estas prácticas no deberían venir desde un aspecto legal, ni de una tecnología a implementar, sino desde la concientización y educación de los chicos en su etapa escolar. Las condiciones particulares de los jóvenes, la situación familiar, el entorno pedagógico-educativo hacen la diferencia para encarar el tema en cada circunstancia. Inculcar los riesgos de subir contenidos, comentarios, fotos o videos en forma indiscriminada. Hacerles entender que aquello que ingresa a la red deja de pertenecer en su disponibilidad y privacidad. Que existen personas dedicadas a buscar información en Internet para cometer delitos de orden económico o sexual. Denunciar ante padres o docentes el conocimiento de estas acciones. Y, sobre todo, hablar con los chicos para explicarles que aquello que no se hace en la vida de relación física, no hay que hacerlo en la denominada vida virtual, que en definitiva se convierte en tal real como la otra.

Fuente: Clarín

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *