Compartir la tecnología con los hijos mejora los vínculos

\"\"Por María Eugenia Pintos

Según una encuesta, así lo siente la mayoría de los padres. Sin embargo, los especialistas advierten que esa conexión no es sinónimo de comunicación. Y recomiendan no excederse en el control.

Palabras como SMS, videojuegos o Facebook, que hace una década podían parecer sacadas de un libro de ciencia ficción, hoy están incorporadas al diccionario cotidiano de todas las familias argentinas. En los últimos años, y gracias a los múltiples avances en las comunicaciones y el entretenimiento, el vínculo entre padres e hijos mutó y se reconvirtió. Una encuesta de D’Alessio IROL para Clarín reveló que el 52% de los padres siente que la tecnología los ayudó a incrementar el contacto con sus hijos. El rol paternal no se pierde: la mitad de los padres se preocupa por controlar lo que los hijos hacen online o sigue sus actividades diarias con llamados o mensajes de texto.

De acuerdo con el sondeo, el 59% de los adultos confiesa que gracias a las nuevas herramientas disponibles, el contacto que tienen con sus hijos es mayor al que ellos tenían con sus padres. ¿Pero cuáles son las actividades que los acercan? Según el estudio, de cada 10 padres y madres, 7 ayudan a sus hijos a buscar información para la escuela; 5 juegan con ellos en la PC; 5 les mandan mensajes de texto, 4 descargan o miran películas online y 4 son amigos de los hijos en Facebook.

Claro que la influencia de la tecnología en el vínculo padres-hijos varía desde la infancia hasta la adolescencia. A medida que los chicos crecen, incorporan cada vez más herramientas. “Es la primera vez que los chicos tienen el conocimiento de algo que los adultos desconocen”, dice la antropóloga Natalia Zlachevsky, coordinadora de proyectos en el sitio especializado chicos.net. “La relación entre nativos digitales y padres a través de la tecnología hace que se revierta una situación que siempre fue asimétrica entre adultos y chicos. Ahora hay un terreno en el que los chicos tienen mayor habilidad que los adultos”, asegura la experta.

Laura Orsi, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) coincide y agrega que en ese contacto que se establece entre padres e hijos siempre hay algo de diálogo y de lúdico. “De alguna manera se convierte en un espacio de juego”, acota. No obstante, según Zlachevsky, la tecnología por sí sola “no puede” resolver los problemas de comunicación que tengan padres e hijos. “Al contrario, puede reflejar que esos problemas de comunicación existen”, señala la antropóloga.

“Conectados no es sinónimo de comunicados”, alerta la doctora Ana Rozembaum de Schvartzman. “Pese a los avances tecnológicos, sigue habiendo problemas de comunicación entre padres e hijos. Lo más conveniente es que los padres estén actualizados. A veces, a los padres les genera cierta angustia que sus hijos sepan más que ellos sobre determinados temas. Y esto complica las relaciones”, diagnostica la especialista.

Gracias a las nuevas tecnologías, los hijos suelen sentirse acompañados por los padres de maneras que hasta hace unos años parecían inverosímiles. Los chicos se sienten cerca de sus padres, y eso los tranquiliza: “El contacto y la comunicación con los niños, por celular, por Facebook, por mail, a partir del momento que pueden marcar un número, o más adelante, cuando están en condiciones de manejar un celular,  da confianza y seguridad”, explica Felisa Lambersky de Widder, psiquiatra y coordinadora del departamento de Niños de la APA. A medida que los chicos crecen, la relación con los padres se modifica: lo importante es no abusar de la tecnología para que no se sientan controlados: “Con los adolescentes es bueno hacerles comprender que no se trata de invadir su privacidad sino de saber si llegaron bien a un lugar o si están en una casa, con amigos”, asegura Lambersky de Widder. “El exceso de control, que puede ser preexistente a las computadoras o los celulares, se puede agudizar con la tecnología”, advierte Zlachevsky.

Para Sara Zusman de Arbiser, médica psicoanalista, especialista en niños adolescentes y familias, las nuevas herramientas no podrán suplir el contacto tradicional, en persona. “La tecnología puede ayudar a mejorar las relaciones entre padres e hijos en la medida que ambos estén en el rol que corresponde. El uso es bueno, pero todo en su justa medida. Nada en detrimento de la comunicación cara a cara”.

Los avances tecnológicos, sin embargo, hasta ahora no consiguieron que los padres se libren de sus tareas. Siguen siendo ellos los responsables de las enseñanzas y los límites. En palabras de Lambersky de Widder, “para que los hijos se comuniquen bien con los padres, ellos deben comunicarse primero con sus hijos. Esto está más allá de lo nuevo y de lo viejo: la comunicación comienza sin tecnología”.

“Nos da tranquilidad”

Constanza Wakuluk (39 años) fomenta el uso de dispositivos electrónicos en Malena (13) y Francesca (9). “Con mi marido estudiamos diseño y en la casa siempre hubo computadoras”, cuenta Constanza. Malena tuvo su primer celular en sexto grado. “Al principio no estuve muy de acuerdo pero estar conectadas nos da tranquilidad mutua”. Con el Facebook, la cosa cambia. Malena ya tiene cuenta propia, aunque siempre es supervisada por sus padres. “Igual el otro día se enojó y me bloqueó: dice que no le gusta que le escriba en su muro diciéndole las cosas que no me gusta que haga”, cuenta. Y agrega: “Con mi mamá prefiero usar más el celular porque el Facebook lo uso con mis amigos”. A Francesca (9), en cambio, lo que más le gusta es usar la tablet. “Me encanta jugar y vestir muñecas virtuales con mi mamá. Le enseño porque ella no sabe tanto”, se ríe.

Pasar más tiempo en casa por separado, la paradoja

Dicen que en las familias crece el consumo tecnológico en soledad.

Las pantallas modificaron la cotidianeidad del hogar, los vínculos generacionales y las dinámicas familiares. Y también afectaron la comunicación profunda entre padres e hijos, los temas de los que conversan y las discusiones que mantienen.

“Los adultos y los chicos pasan menos tiempo en las calles y mayor tiempo en el hogar. Ello no significa que compartan más. La multiplicación de tecnologías en la casa generó ‘una vida juntos pero por separado’ en la que cada miembro de la familia selecciona su menú tecnológico con su propio equipamiento en su propia habitación”, analiza Roxana Morduchowicz autora del libro “Los adolescentes y las redes sociales”. Según la especialista, la presencia de las pantallas en el cuarto de los chicos, por ejemplo, genero más horas de consumo pero en soledad. “Los chicos miran TV, hablan por celular y navegan por Internet, solos. El vínculo que mantienen con las pantallas da lugar a nuevas alianzas, conflictos y discusiones. Las tecnologías son objetos de arbitraje y negociación. Marcan la autonomía de los chicos y definen el grado de lo que pueden y no pueden hacer. La vida en familia está signada por reglas y negociaciones en torno a las pantallas. Para los padres, los controles sobre la TV, la computadora o el celular son una manera de ejercer autoridad y cumplir el papel de “buen padre”. Para los chicos es el límite de su autonomía. Desafiar los controles de los adultos es –en la percepción de los jóvenes– signo de su independencia”.

El universo tecnológico marca territorios. Internet es –para los adolescentes– un espacio propio, que les pertenece. Este “sentido de propiedad” se fortalece por el hecho de que se sienten los expertos en computación del hogar. Sólo uno de cada diez piensa que sus padres saben más de Internet que ellos, agrega Murduchowicz.

¿Qué pueden hacer los adultos frente a estas nuevas dinámicas? En primer lugar no equipar con tecnología la habitación de los más chicos, sobre todo mientras cursan la escuela primaria. En segundo lugar, no permanecer ajenos a sus consumos culturales. En tercer lugar, dialogar con ellos y hablarles de los riesgos que puede generar un uso no responsable de Internet. Finalmente, saber que aún cuando los chicos tengan un mayor manejo instrumental de la computadora, eso no significa que sepan más. “El adulto es quien aporta el criterio, el juicio y la experiencia de vida. Las dinámicas familiares cambiaron. Pero los padres conservan su rol de brújula en la navegación de los chicos”, cierra la experta.

“Jugamos con el iPad”

Desde que Papá Noel le trajo a su mamá un iPad, Lola (4) está fascinada. “Nadie le enseñó a usarlo e intuitivamente la maneja según su percepción”, admite Paula. A pesar de esto, en su casa se establecieron reglas claras pero flexibles: Lola sabe que no puede navegar sola, ni usar la tableta cuando mamá y papá no están en casa. Juntas, exploran juegos y descargan aplicaciones, del mismo modo que juegan a las muñecas o miran una película. “Así como puedo jugar a la cocinita o a las cartas, también jugamos juntas con el iPad”. Pese a que no encuentra diferencias entre el espacio lúdico virtual y real, Paula siente que gracias a la tecnología puede traerle a su hija al presente parte de su niñez: “Siempre le canto canciones de mi infancia o le cuento los programas que veía del Topo Gigio. Naturalmente lo buscamos en YouTube. Eso me acerca y me genera un vínculo más fuerte”.

Consejos

Guido Corsini especialista en seguridad en Internet, da una serie de recomendaciones para el buen uso de la tecnología con los hijos.

  • No prohiba ningún tipo de sitio específico: explíquele por qué no es conveniente navegarlo.
  • Registro. Evite que se sus hijos se registren solos en sitios; especialmente en redes sociales. Y que no naveguen por sitios que no son seguros.
  • Fortalezca la seguridad del navegador que van a utilizar. Se pueden establecer ciertos parámetros de seguridad.
  • Eduque sobre la importancia de la privacidad de los datos personales.
  • Navegue junto a los chicos. Investigue y juegue junto a ellos. Tómese el tiempo para entender qué los divierte e interesa y busque nuevas alternativas.

Fuente: Clarin

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