Docentes y padres organizan talleres para afrontar el fenómeno de acoso entre niños y adolescentes por medios electrónicos.
Lunes 24 de enero de 2011
Silvina Premat
LA NACION
«Sos un tonto», «Agustín es un bobo, ja, ja, ja», «Todas las chicas dicen que sos gordo…» son frases que niños y adolescentes pueden recibir como mensajes de texto en sus celulares, enviadas por compañeros de la escuela, y que pueden ser más dañinas al publicarse en la página de una red social especialmente destinada a vapulear al acosado.
El fenómeno, conocido como cyberbullying, que afecta, sobre todo, a adolescentes de entre 12 y 14 años -por ser los que están más tiempo conectados a Internet- ha generado preocupación en el exterior, y ya se instaló también en los colegios argentinos. Es una conducta que trasciende con creces los muros escolares entre los que suele gestarse y una de las preocupaciones que ocuparán la agenda de docentes y padres durante el ciclo lectivo 2011 y que puede sorprender a las familias incluso antes, en pleno verano.
El cambio de hábitos tiene un nuevo efecto con el acceso masivo a Internet y el uso de celulares: hoy, los insultos y agresiones que los adolescentes disparaban a la salida del colegio se han trasladado a los muros virtuales y han agravado la situación. En vez de ser vistos por los ocasionales testigos de la discusión o pelea, ahora participan directa o indirectamente los amigos de la víctima y de los victimarios, y los amigos de sus amigos.
Entre 150 padres consultados durante el congreso organizado por la Fundación Proyecto Padres y realizado recientemente, el 80% dijo conocer algún caso de ciberacoso entre los amigos de sus hijos.
Los chicos confirman la extensión del fenómeno. El 74% de 910 niños y adolescentes a los que se les preguntó por sus usos y costumbres con las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) dijo haber pasado por alguna situación desagradable. Esos datos se desprenden de una investigación realizada por profesionales del portal chicos.net en la que el cyberbullying encabeza la lista de esas situaciones con un 26% de respuestas afirmativas. Le siguen la apertura de páginas web pornográficas y/o publicidades de prostitución femenina sin buscarlas (21%); la aparición de imágenes no deseadas de escenas de terror o de violencia, o amenazas a través de cadenas de mail (16%); la solicitud de fotos y/o datos personales por parte de un desconocido (14%).
Andrea Urbas, psicóloga y coordinadora del programa por un uso seguro y responsable de las tecnologías de la asociación Chicos.net, afirmó que este fenómeno es una agresión que se oculta en el anonimato de los grupos, facilitado por el auge en el uso de la tecnología. «[La pantalla genera cierta protección] porque está permanentemente mediatizando comunicación», opina Urbas.
Otro estudio, realizado entre 21.000 chicos de 10 a 18 años de varios países latinoamericanos por la Universidad de Navarra, España, revela que cerca de un 12% de los consultados admitió haber sido objeto de alguna práctica de acoso cibernético, en tanto un 14% dijo haber participado como hostigador en situaciones de este tipo.
«Son cifras semejantes a investigaciones realizadas entre adolescentes de los Estados Unidos o Suecia», dijo a La Nacion Angeles Soletic, asesora de Educarred, un programa de la Fundación Telefónica, orientado en el uso de las nuevas tecnologías en educación.
El rol de la escuela
Pero los alumnos no son los únicos perjudicados. «Conozco casos de docentes a los que los alumnos crean perfiles falsos en redes sociales y ponen en su boca confesiones inventadas sobre cuestiones privadas», dijo Soletic, y destacó que la escuela tiene un papel protagónico en este asunto, aun cuando suceda fuera de ella. «La escuela sigue siendo el ámbito de socialización principal del niño y del adolescente, y tiene que trabajar para detectar este fenómeno, afrontarlo como problema y tratar de erradicarlo», agregó.
La inquietud por el ciberacoso, que comenzó entre los padres como bullying o simplemente acoso, llegó en los últimos meses a docentes y directivos de colegios. No son pocos los que, para ayudar a sus alumnos y sus padres contrataron a especialistas, se multiplican talleres y clases de orientación sobre el tema.
Urbas, que ha realizado varios talleres de este tipo en colegios, sobre todo los de la zona norte del conurbano bonaerense, explicó: «La cuestión es que los padres, que no manejan las herramientas de la misma forma que los adolescentes, no den un paso al costado en la protección, diálogo, interés de cómo es la vida del chico en el ciberespacio, qué tipo de actividades hace o cómo se conecta, es decir, si está estudiando y está con todas las pantallas activas».
Dijo el presidente de la Fundación Proyecto Padres, Adrián Dall’Asta: «Con el cíber, pasa como con la droga: muchos piensan en el extremo del chico recuperándose en una granja sin medir los matices. En este caso, se piensa en neonazis que radicalizan la tendencia. Es algo cotidiano; son mensajitos para volver loco a un compañero; el riesgo es cuando toma una dimensión masiva». Dall’Asta agregó: «Es clave la información porque en los padres hay mucho desconcierto».
QUÉ HACER ANTE UN CASO
Entre las sugerencias y recomendaciones que dan los especialistas a los padres y docentes que detectan casos de ciberbullying entre sus hijos o su grupo de amigos o alumnos figuran las siguientes:
- Tratar de conocer el mundo virtual para no hablar de lo que se desconoce.
- Romper el anonimato y el secreto que se genera entre los menores y también los adultos en torno a los casos de acoso.
- Asumir el problema y no hacerse a un lado por pensar que no compete a los mayores.
- Hablar de los chicos hostigados y de los hostigadores y también de todos los que en cierta forma son cómplices y buscar la forma de intervenir.
- Incluir en acuerdos de convivencia el propósito de no insultar por intermedio de las redes sociales ni subir a ellas imágenes de compañeros o adultos de la escuela.
Fuente: La Nación
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