20/10/12. Por Martín De Ambrosio
Se llama Twigis. Sus responsables dicen que llevan un control estricto sobre sus contenidos. Pero se reabre la discusión sobre la seguridad.
Permitirles o no a los menores de 12 años estar en las redes sociales virtuales, ésa es la cuestión. La permanencia de los chicos frente a las computadoras siempre estuvo en debate, pero si se le suma el hecho de que las redes permiten develar información personal y confidencial, el riesgo para los menores puede ser más grande.
Por eso, Facebook no permite oficialmente el acceso a menores de 18 años, aunque siempre baraja la posibilidad. Sin embargo, muchos sitios se dedican de lleno al nuevo y enorme mercado del consumo de los menores.
El último es Twigis que, de hecho, se estableció en el país y blanquea que se trata de la primera red social para chicos. En pocas semanas ya sumó más de 100 mil inscriptos. Viene con antecedentes de éxito en Turquía, Rusia y más recientemente Brasil; aquí pertenece al grupo Vi-Da, que dirige Viviana Zocco (esposa de Daniel Hadad). “El sistema tiene una moderación a partir del bloqueo de ciertas palabras y de violencias, insultos o racismo. Además,
hay un equipo de seis personas que supervisa, y cerramos el chat a las 10 de la noche y lo abrimos a las 9 de la mañana”, dice Demián Falestchi, director de Twigis. Falestchi reconoce que sus competidores son las exitosas páginas de Mundogaturro.com y Clubpenguin.com (de Disney), que son sólo mundos virtuales. “Nosotros tenemos un mundo virtual, pero la nuestra es una red social porque es un lugar para que los chicos hagan amigos.
Y pueden subir fotos y demás como en Facebook. El contenido no es automático, sino que debe ser aprobado”. Por su parte, los responsables de otro sitio para niños de 6 a 12 años, Club Penguin, no quieren saber nada con definir su mundo virtual como red social. “Penguin fue creado y concebido como juego seguro y cuidado para que sea una experiencia sana. Es un mundo sin publicidad, en el que no se puede dar el nombre real y no se asocia a nadie fuera del mundo de pingüinos. Ante cualquier desvío, se bloquea al usuario, por la tecnología y por equipo de moderadores”, señaló Ezequiel Abramzon, vicepresidente del área de Disney interactive.
Padres. Para los expertos en educación (ver nota aparte), es clave que los padres formen parte de la experiencia del chico en la web. Casi como en la vida real. Es lo que reivindica Laura Liberti, madre de Luca, que usa Twigis. “Tenemos confianza porque compartimos con él el rato que pasa en la red y de alguna manera lo auditamos”, dijo. El efecto de un moderador de los sitios es lo que tranquiliza por su parte a Mirian Gramajo, madre de Joaquín, de 8 años, e Iñaqui, de 3: “Gaturro y Club Penguin me dan seguridad porque un moderador controla las conversaciones. Los chicos se enganchan mucho y les gusta tener amigos nuevos”, dijo.
Agregó que los compañeros de grado de sus hijos ya usan Facebook. “Yo sólo se lo permite con mi contraseña y por un rato para los juegos”, agregó. En cambio, a Marisa Sequeira, le da miedo que su hija, Selene, de 9, use Facebook. Por eso se lo prohíbe y sí le permito que use las redes y mundos virtuales que no admiten subir fotos. Marisa tiene el síndrome de la ambivalencia entre lo ideal de la crianza y la realidad del contexto en el que debe criar a su hija: “No se lo prohíbo porque no la puedo aislar de todo. Es algo que está de moda y que le gusta”, se resigna.
Ni buenas ni malas
La pregunta de los chicos y las redes sociales es como la pregunta sobre la televisión. El problema no es el dispositivo sino las condiciones en que se usa. Las redes sociales no son ni buenas ni malas. Hay chicos que las usan para buscar información o tienen buenas experiencias, así como puede haber experiencias negativas a través de otras páginas web.
Incluso Facebook se puede usar con fines educativos. Entonces, el tema no es la red en sí: es que los chicos en las redes deben estar educados para tener en cuenta que no pueden hablar con alguien que no conocen; tal como lo harían (o no lo harían) en la calle.
Muchas veces tiene que ver no con el control de los adultos sino con el acompañamiento de los adultos, que tienen que saber qué están haciendo, pero no con ánimo de control porque los chicos se dan cuenta y evaden muy fácilmente los controles. Lo mismo sucede con los filtros para evitar pornografía. De todos modos, los chicos lo hacen, están en las redes, es una realidad.
Lo que hay que hacer es gestionar debidamente su presencia. En definitiva, pueden usarse para miles de cosas positivas. Inevitablemente, eso lleva a contacto con adultos malintencionados. Por eso es clave que los chicos conozcan y manejen esos riesgos.
Fuente: Perfil