facebook y menores10/08/2013

Aunque el sitio prohíbe a menores de 13 años crear un perfil, cada vez más chicos de 8 a 12 tienen una cuenta, con aprobación de sus padres.

Belén, de 9 años, tiene su propia cuenta de Facebook, Skype y un celular desde los 8. En la red social tiene únicamente contactos a los que conoce de la vida real, de la escuela y el barrio.

«Un amigo es alguien que te acompaña, que está con vos, con el que uno puede pelear, aunque la mayoría de las veces te tratás bien, por eso no tengo en Facebook amigos que no conozco en la vida real», dice. Alumna del cuarto grado del colegio San Agustín de Mar del Plata, admite que casi todos los chicos de la escuela son usuarios de esta red social. «Después de insistirle bastante a mi mamá [Ana Mosquera], ella me ayudó a abrir la cuenta y tiene los datos de acceso para ingresar cuando quiera. Si bien aprendí a usar el Facebook sola, cuando tengo alguna duda ella me ayuda.

Por ejemplo, los otros días no podía subir una foto y ella me enseñó cómo hacerlo», cuenta. El caso de Belén no es una excepción, porque con 1150 millones de usuarios activos en todo el mundo, según el reporte oficial de la compañía del segundo trimestre de este año, Facebook cautiva a adultos y niños por igual. Si bien para ser usuario de esta red social hay que ser mayor de 13 años, lo cierto es que chicos de corta edad participan activamente en ella, compartiendo fotos, jugando en línea, escribiendo en muros propios y ajenos, y chateando con contactos. ¿Cómo? Cuando completan el formulario con sus datos personales indican que nacieron en 1999 o antes, y listo.

«En Facebook tengo más de 130 amigos, y a todos los conozco de la vida real», explica Mateo, que vive en el barrio de Recoleta. Este niño de 12 años, que denomina «amigo a aquella persona en la cual uno puede confiar», va al colegio Champagnat en la ciudad de Buenos Aires y también se convirtió en usuario de la red social con la autorización previa de su padre, Ramón Zubiaurre, que es abogado.

«Mi papá me ayudó a abrir mi cuenta de Facebook el año pasado. Además, él tiene mi clave de acceso y, como usa Facebook, estamos en contacto por ahí -explica este niño, que utiliza celular desde febrero de este año-. Al teléfono lo uso por cuestiones de seguridad, para poder comunicarme con mis padres cuando estoy fuera de casa. Aunque tengo un abono mensual, lo que más uso es el WhatsApp, porque es gratis.»

Luciana, de 11 años, y Tomás, de 10, estuvieron más de un año pidiéndole permiso a sus padres para estar en Facebook, hasta que finalmente lograron su objetivo hace un par de meses, cuando su mamá, la neumonóloga infantil Silvina Lubovich, les dio el visto bueno.

«Mis papás me decían que es peligroso porque hay personas que me pueden engañar, pero yo quería estar allí porque la mayoría de mis amigas lo usan para chatear entre ellas y jugar a los jueguitos», explica Luciana. Ahora, con su flamante cuenta de 60 contactos en funcionamiento, asegura que el site de Facebook es el primero al que ingresa cuando se conecta a Internet. «Mi mamá, que es una de mis amigas en la red social para poder controlar lo que pasa en mi muro, a veces me dice que entre a la página de mis familiares que viven en Israel para que mire sus fotos, aunque a mí no me deja subir fotos personales», comenta la niña, que agrega que de los 22 chicos que hay en su aula de sexto grado del Instituto Educativo Moruli, del barrio de Saavedra, sólo 8 chicos no están en Facebook.

«Mis papás me decían que tenía que ser más grande para poder estar en Facebook, pero eso no tenía mucho sentido porque en realidad todos mis amigos mienten con la edad para poder ingresar a este sitio, y lo mismo sucede con el Hotmail», revela Tomás, que recibió su primer celular hace tan sólo 2 semanas, y su papá, el periodista Diego Dillenberger, le carga $ 15 de crédito cada vez que éste se le agota. «Cuando quiero decirle algo a una amigo, primero le envío un SMS porque es más fácil y más barato que llamarlo, aunque cuando estoy online lo que más hago es jugar al Top Eleven, un juego que consiste en ser manager de fútbol».

Belén tiene claras algunas pautas que le impusieron sus padres en el momento de permitirle ser usuaria de Facebook. «Hay que tener cuidado con la información que se sube porque en Internet se ve todo. Por ejemplo, si subo una foto mía, y luego alguien en el buscador de Google coloca mi nombre, le aparecerá esa imagen. Además, no hay que aceptar a desconocidos porque puede pasar algo feo. Tampoco hay que poner datos personales, como fecha de cumpleaños, dirección ni edad», resume.

El ciberacoso es una de las posibles amenazas que acechan a los niños en las redes sociales. «Conozco el caso de una chica a la que le pusieron en broma un insulto en su muro, pero nadie sabe quién lo escribió», dice Luciana sin dar más detalles.

«Al muro de las otras personas lo utilizo para decirles que las quiero mucho u otras cosas lindas -dice Belén, y reconoce que no conoce a nadie al que le hayan colocado en su muro algún mensaje malintencionado-. Si alguien quiere poner algo feo en el muro de otra persona, todos leerán ese comentario y dirán que quien lo escribió es una mala persona. Yo creo que hay cosas que es mejor hablarlas en persona y en privado.»

Mateo dice: «Imagino que si alguien coloca algo negativo en mi muro, lo ignoraría». En líneas generales, este chico ingresa a esta red social para ver y comentar los videos y las fotos que suben sus contactos, y sobre todo para chatear, no para realizar comentarios sobre su vida personal.

Más texto, menos teléfono

Los niños entrevistados afirman que la mayoría de las veces mantienen con sus contactos una comunicación escrita en lugar de telefónica. «Si quiero decirle algo a una amiga, primero la busco en el Facebook para chatear, o le envío un mensaje privado por ahí. En caso de que no esté, quizá le escriba un mail desde Hotmail. Hablar por teléfono fijo me resulta más complicado porque no recuerdo el número de todos mis amigos», explica Belén, que cuenta con un abono de $ 200 mensuales en su línea celular.

Como Mateo y la mayoría de sus amigos tienen la consola de juegos PlayStation 3, cuando él está en su casa jugando y quiere comunicarse con sus amigos lo hace a través de este sistema, que permite enviar y recibir mensajes a las personas que tengan ID online registrados. «La ventaja es que puedo comunicarme sin dejar de jugar. La contra es que sólo permite enviar mensajes muy cortos», opina. Esta herramienta permite introducir mensajes de 512 caracteres con un título de 18.

Ni lento ni perezoso, ante la opción de elegir entre un celular o cuenta en la red social, Tomás no duda: «Prefiero el teléfono móvil, porque desde ahí también puedo tener una cuenta en Facebook».

Fuente: La Nación

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