Muchas aplicaciones de Facebook obtienen información de los usuarios y sus amigos, desde su religión a la orientación sexual
Por Julia Angwin y Jeremy Singer-Vine | The Wall Street Journal Americas
Hasta hace poco, el software era un producto conocido, que se vendía en las tiendas en cajas envueltas en plástico transparente y, para comprarlo, sólo tenía que dar su número de tarjeta de crédito o unos cuantos billetes.
Ahora predominan las «apps» o aplicaciones: programas elegantes y discretos de software que residen en línea o en su teléfono inteligente. Para «comprar» una aplicación, basta con hacer clic en un botón. A veces cuestan unos dólares, pero suelen ser gratis, al menos en términos monetarios. Sin embargo, a menudo se paga de otra manera. Las aplicaciones son puertas de acceso y cuando uno las compra es muy probable que esté proveyendo a sus desarrolladores uno de los commodities más cotizados en la economía actual: sus datos personales.
Algunas de las aplicaciones más populares en Facebook, es decir los juegos, concursos y servicios para compartir contenido que definen la red social y le conceden gran parte de su atractivo, están recopilando cantidades copiosas de información personal.
Un examen de The Wall Street Journal de 100 de las aplicaciones más utilizadas en Facebook reveló que algunas buscan las direcciones de correo electrónico, la ubicación actual y orientación sexual, entre otros detalles, no sólo de los usuarios de la aplicación sino también de sus amigos en Facebook. El popular servicio de llamadas en línea Skype, por ejemplo, pide fotos de Facebook y las fechas de nacimiento de sus usuarios y contactos.
Skype asegura que solo busca la información para personalizar su servicio y promete proteger la privacidad de sus clientes.
The Wall Street Journal puso a prueba su propia aplicación, «WSJ Social», que busca datos para configurar un perfil básico de sus lectores, incluyendo sus direcciones de e-mail, y solicita publicar una actualización cuando un usuario lee un artículo. Una vocera del diario dijo que la compañía sólo pide la información que necesita para que la aplicación funcione.
El apetito de información personal refleja una verdad fundamental sobre Facebook y, por extensión, de la economía de Internet: las redes sociales ofrecen un servicio aparentemente gratuito por el que los usuarios pagan, en efecto, proveyendo detalles sobre sus vidas, amistades, intereses y actividades. Facebook, a su vez, utilizan esta información para captar anunciantes, desarrolladores de aplicaciones y otras oportunidades de negocio.
Hasta hace unos años, estas gigantescas bases de datos fácilmente accesibles repletas de información personal no existían. Ahora, están provocando un profundo debate sobre la definición de la privacidad en una era en que la mayoría de las personas acarrean aparatos que transmiten información todo el tiempo.
El negocio generado a partir de los datos personales es rentable. Facebook está inmersa en los preparativos para su salida a bolsa fijada para mayo que la podría valorar en más de US$100.000 millones.
Facebook exige que las aplicaciones soliciten permiso antes de acceder a los detalles personales del usuario. Sin embargo, los amigos de un usuario no son notificados si su información es utilizada por la aplicación. Un examen de las actividades de las «apps» también sugiere que, en algunas ocasiones, Facebook no cumple sus propias normas sobre privacidad de datos. Entre las posibles trasgresiones de las políticas de Facebook que identificó The Wall Street Journal, cabe destacar:
La aplicación que solicitaba la mayor cantidad de detalles de las 100 analizadas, «MyPad for iPad», tenía un párrafo de dos líneas sobre privacidad que decía que pronto incorporaría configuraciones de privacidad. Facebook exige que las políticas de privacidad describan cómo recopilan, utilizan y comparten la información. El desarrollador de esta aplicación no pudo ser contactado para comentar.
Decenas de «apps» permiten el acceso de anunciantes que no han sido aprobados por Facebook dentro de la propia aplicación, lo cual deja que anunciantes como Google hagan un seguimiento de los usuarios de la aplicación, según datos recopilados por PrivacyChoice, que ofrece servicios de privacidad. Google señala que los desarrolladores de aplicaciones controlan la tecnología usada para difundir los avisos en línea.
Algunas aplicaciones de concursos de preguntas solicitaron muchos detalles personales, incluyendo preferencias sexuales de los usuarios y sus amigos, que no parecen ser trascendentes para su funcionamiento. Sus desarrolladores, cuyos juegos hacen preguntas como «¿tiene tu amigo un trasero bonito?», no pudieron ser contactados para comentar. Facebook exige que las aplicaciones recopilen sólo la información que necesitan para operar.
Un vocero de Facebook expresó en un comunicado que «estamos abocados a ayudar a los clientes a tomar decisiones informadas sobre las aplicaciones que deciden usar. Los desarrolladores de «apps» aceptan nuestras políticas cuando se registran. Si encontramos una aplicación que las viola -a través de nuestros sistemas automatizados, equipos internos de privacidad y denuncias de usuarios- tomamos medidas».
La clase de información que maneja Facebook, como nombres, amigos más cercanos, fotos, historial académico y profesional y otros innumerables detalles, es la joya de la corona de la economía de los datos personales. La industria de la publicidad en Internet, que mueve unos US$28.000 millones al año, se alimenta en gran parte de datos recopilados sobre el comportamiento de los cibernautas, a partir del cual las empresas crean anuncios personalizados.
Se calcula que la «economía de las aplicaciones», que incluye a las de Facebook así como las de los teléfonos inteligentes, facturó US$20.000 millones en 2011 a través de descargas, anuncios, «bienes virtuales» y otros productos, según la firma de investigación de mercado Rubinson Partners. Por su dimensión y plataforma de más de 800 millones de usuarios en todo el mundo, Facebook está en el epicentro de la economía de datos personales.
Sin embargo, la acumulación ilimitada de datos digitales está generando desconfianza entre algunos usuarios. «Los consumidores acaban clavados en un tablero de corcho como si fueran insectos, de la manera en que están siendo estudiados», dijo Jill Levenson, directora creativa de proyectos de la asociación comunitaria Boys & Girls Clubs of America, en Atlanta, quien acaba de eliminar casi 100 aplicaciones en Facebook y Twitter porque se sentía incómoda sobre cómo los detalles de su vida personal podrían ser utilizados.
Las aplicaciones deben pedir permiso al usuario para acceder a su información en Facebook. Pero hay un problema: las personas que reciben advertencias frecuentes empiezan a ignorarlas. El término científico es ‘habituación’ y ocurre cuando la persona se acostumbra a seleccionar el botón de «sí» cada vez que se encuentra con una alerta o advertencia.
«Si la gente ve muchas veces una alerta y nunca pasa nada malo, el nivel de alarma se reduce» y deja de prestar atención incluso cuando debería, explica Adrienne Porter Felt, una estudiante de doctorado en informática en la Universidad de California en Berkeley, que ha estudiado las solicitudes de información personal de las aplicaciones y los teléfonos inteligentes.
Estudios también sugieren que a la gente le cuesta entender largas listas de permisos, especialmente si el vocabulario es técnico. Pero hay un tema más de fondo: aunque un usuario entienda los permisos que concede, es posible que no comprenda las maneras inesperadas en que sus datos pueden ser usados.
Un ejemplo reciente es el escándalo que se desató en torno a la aplicación para iPhone «Girls Around Me» (algo así como ‘Chicas a mi alrededor’). Usaba información disponible en Foursquare, una red social basada en la ubicación de sus usuarios, para permitir que hombres localizaran a mujeres en los alrededores en un mapa y pudieran ver sus datos personales y fotos de sus perfiles en Facebook. El incidente sugiere que el debate sobre si hacer que su información en Facebook (y otros servicios en línea) sea «privada» o «pública» es secundario. El verdadero problema es el uso que se le da a esa información.
Helen Nissenbaum, profesora de la Universidad de Nueva York, señala que «Girls Around Me» generó tanto revuelo porque violó normas sociales contra el acoso de las mujeres. Si las normas sociales fueran como cercas, dijo, «cualquier persona ética y que respeta la ley no las saltará». En la ausencia de leyes sobre el uso de datos, asegura, algunas compañías tecnológicas actúan como si no tuvieran límites a la hora de usar la información de un modo que puede parecer escalofriante. Nissenbaum ha hecho un llamado para el desarrollo de lo que denomina «vallas» digitales y esgrime que las normas sobre el uso de datos deberían basarse en el contexto. La información compartida en un cierto contexto, como entre médico y paciente, por ejemplo, no debería usarse de una manera que violara ese contexto. «Estas normas que concebimos como reglas de privacidad no son sólo para el bien del individuo», explica. «Por ejemplo, mantener la confidencialidad del voto protege la integridad de la democracia».
La Casa Blanca incluyó «respeto al contexto» en su proyecto da una Ley de Privacidad que fijaría algunas directrices para el uso de la información personal. Actualmente, en Estados Unidos no hay una ley que provea protecciones extensas a la privacidad.
Mientras tanto, la economía de las aplicaciones es un negocio redondo. Las aplicaciones de Facebook suelen ser gratuitas pero también son una mina de oro, especialmente los juegos que venden «bienes virtuales». La firma de software Zynga, creador de juegos como FarmVille y CityVille, facturó US$1.140 millones en 2011, aunque generó pérdidas. La empresa debutó en la bolsa en diciembre y su valor de mercado ronda los US$8.000 millones.
Hoy en día puede ser difícil de recordar lo revolucionarias que parecían las aplicaciones cuando Facebook las presentó en su primera conferencia de desarrolladores en mayo de 2007, cuando el presidente ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, les dio la bienvenida a estos desarrolladores ofreciéndoles la clase de ayuda que garantizara que su software operara sin complicaciones dentro de Facebook. En menos de dos meses había más de 2.000 aplicaciones en la red social. Los inversionistas de capital de riesgo empezaron a inyectar dinero a raudales en nuevas empresas. En 2008, Apple inauguró su tienda de aplicaciones para vender software para el iPhone y el iPod Touch.
Las quejas no tardaron en llegar y Facebook accedió a hacer algunos cambios. Ahora, salvo que el usuario especifique lo contrario, los perfiles se configuran de manera que la aplicaciones pueden obtener todos los datos de los amigos salvo su orientación sexual y sus tendencias religiosas y políticas. Eso significa que si un usuario ha configurado Facebook para que su fecha de nacimiento, ubicación o mensajes de «estado» sean compartidos sólo por amigos, sus contactos pueden aprobar una aplicación que también obtendrá esa información.
En 2010, Facebook lanzó su nueva política de notificaciones y alertas en las aplicaciones. Pero la mayoría de los usuarios siguen sin comprender qué pasa con su información personal, según un estudio del año pasado de la Universidad de California en Berkeley. Más de la mitad de las personas encuestadas no sabían de una muestra de datos cuáles podían ser recopilados por una aplicación.
Fuente: La Nación