Uno de los padres de Internet y hoy ejecutivo de Google, niega que EE.UU. recoja información directa de los servidores del buscador, y aclara que la compañía cumple con las exigencias legales de cada país en el que opera.
Por Patricia Fernández de Lis | Esmateria.com, bajo licencia Creative Commons
Cuenta Vinton Cerf que cuando el ex primer ministro británico Tony Blair visitó Silicon Valley, en 2006, se reunió con un grupo de influyentes empresarios, a quienes preguntó qué podría hacer su país para replicar el modelo que ha convertido el norte de California en el centro de la innovación tecnológica mundial. Steve Jobs, el fundador de Apple, levantó la mano -«en contra de su costumbre», apunta con cierta sorna Cerf- y replicó: «Lo único que tenemos todos en común es que hemos fallado alguna vez».
Cerf, que concluyó el viernes una visita de menos de 48 horas a Madrid, se muestra impresionado con el alcance y la gestión de la crisis económica que vive España. No cree que el modelo de Silicon Valley sea fácilmente replicable, dice, a no ser que existan tres circunstancias: «Una cultura de tolerancia hacia el fracaso, unas buenas universidades, y dinero, no solo en capital riesgo sino también en los mercados». «España tiene una energía creativa enorme», añade Cerf; «es una pena que esté atrapada en esta situación, con una tasa tan alta de desempleo juvenil y tantos problemas para crear empresas».
El co-creador del conjunto de reglas que consiguieron que internet sea como hoy la conocemos es también vicepresidente de Google. El buscador está estos días tratando de explicar su papel en la polémica sobre PRISM , el programa de la agencia de seguridad estadounidense NSA que, según han revelan diarios como The Guardian, ha espiado a millones de ciudadanos gracias a un acceso directo a los servidores de, entre otras empresas, la propia Google. «Eso es falso», dice, rotundo, Cerf. «Puedo garantizar que no hay ninguna conexión directa de los servidores de Google con los del Gobierno estadounidense».
¿Está Google entregando nuestros datos al Gobierno de Estados Unidos?
Bajo algunas circunstancias, ofrecemos alguna información que ha sido requerida bien por los tribunales, bajo mandatos judiciales concretos, o bien por peticiones de la agencia nacional de seguridad. También respondemos a requerimientos muy concretos de las fuerzas del orden, siempre justificados con una orden judicial. Alguna vez nos han pedido datos de una forma genérica, y siempre hemos respondido que no; hemos peleado y hemos dicho que nos parece inaceptable. No tengo un conocimiento directo de qué información ha sido recogida, pero lo que sí puedo asegurarle es que no ha sido recogida de forma directa desde nuestros servidores. No tenemos ninguna conexión con ninguna agencia de inteligencia de ningún tipo. Creo que es justo decir que hay una legislación en EEUU que ha permitido alguna actividad del tipo que describe hoy The Guardian [la recolección de datos relacionados con correos electrónicos y llamadas], y eso provocará, seguro, algunos debates.
En Google, además, publicamos cada año nuestro informe de transparencia, en el que contamos todas las peticiones que recibimos de los gobiernos en todos los países en los que operamos. El nivel de detalle depende del país; normalmente se trata de datos agregados, y hemos protestado, ya que queremos dar más detalles. De hecho, hemos pedido al Gobierno estadounidense que nos deje ofrecer más datos a nuestros usuarios. Nuestra motivación es ilustrar cuál es el verdadero alcance de estas peticiones porque, en realidad, se trata de un número pequeño.
Hace tan solo unos días, Tim Berners-Lee, creador de la World Wide Web, recogía con usted un galardón en el Palacio de Buckingham y se mostraba preocupado porque los gobiernos y las empresas quieren el «control total» de Internet. ¿Está usted de acuerdo?
Bueno, hay gobiernos que claramente quieren incrementar su control; el ejemplo típico es China, pero hay otros. Y después hay países que también tienen sus propias reglas, y desde luego no desembarcamos en ellos diciendo «hola, nuestro modelo de negocio es violar la ley». Ese no es un buen modelo de negocio.
¿Están entonces gobiernos y empresas incrementando su control?
Depende de lo que signifique «control». Sí es cierto que, si no hay mucha capacidad de elección, hay más control; nosotros creemos que las elecciones en el mundo de los proveedores de internet son importantes, y que es necesaria mayor competencia en el mercado. Por eso estamos haciendo cosas como el proyecto Loon, una red de globos para conectar comunidades aisladas a internet, o Google Fiber en EEUU, no solo para dar más elecciones si no para saber qué ocurre cuando ofreces un gigabit por segundo de acceso a internet, en lugar de 10 o 20 megabits.
¿Tenemos que renunciar a la privacidad o, al menos, a lo que era nuestro concepto de privacidad hace 20 o 30 años?
Déjeme echar la vista atrás a hace algo más de tiempo, 100 o 200 años. ¿Ha vivido alguna vez en un pueblo? Yo sí; viví en un pequeño pueblo de 3000 habitantes en Alemania, donde no había privacidad, todo el mundo sabía lo que estaba haciendo todo el mundo. La privacidad es un accidente de las ciudades. Hay tanta gente en ellas que puedes creer que eres anónimo, así que esta noción de intimidad en gran parte surge de grandes grupos de gente que no se conoce. No digo que haya que descartarlo pero, según avanza la tecnología y se quiere incrementar la seguridad, se va haciendo más y más complicado mantener la privacidad. No sé cómo trazar esa línea, no soy un experto, pero no me gustaría vivir en un régimen en el que todo el mundo sepa todo de todos los demás, y vivamos todos muy seguros. Por otra parte, si nadie supiera nada de lo que nadie hace, los malos podrían perpetrar sus crímenes sin que se pudiera prever. No me gustaría vivir tampoco en esa situación. Todos queremos sentirnos seguros y, a la vez, pensar que tenemos el control de lo que la gente sabe de nosotros. Creo que, como sociedad, aún estamos decidiendo cuál es el lugar adecuado; estamos solo comenzando a entender qué significa que la tecnología forme parte de lo que somos.
Para afrontar la actual crisis, el Gobierno español ha optado por la austeridad y, entre otras cosas, está recortando en I+D y en educación, mientras las pequeñas empresas siguen teniendo muchas dificultades para acceder al crédito. ¿Cree que esta es la forma correcta de enfrentarse a una crisis?
La economía es un motor extremadamente complejo, con distintas partes que puedes ajustar de diferente manera. Las pequeñas empresas son, desde luego, las mayores creadoras de empleos y nuevos negocios, al menos en Estados Unidos, pero no pueden crecer si no hay mercado donde hacerlo. Cuando tienes una crisis como esta, si controlas tu moneda puedes tomar decisiones para inyectar dinero al mercado, pero esto es algo que ustedes ya no pueden hacer. Incluso peor, si recortas tus inversiones es aún más difícil estimular el crecimiento de tu economía. No soy economista, pero esta idea de la austeridad está desacreditada; todas estas situaciones, en el pasado, se han resuelto inyectando más dinero al sistema y apostando por el crecimiento. Me pregunto cuándo tiempo más podrán aguantar ustedes esta situación sin hacer un cambio radical.
Hace 41 años que usted y Bob Kahn presentaron los protocolos que sentaron las bases de Internet . ¿Qué podemos esperar de cómo será la red dentro de otros 41 años?
Es muy difícil predecir eso. Imagine que una persona joven viaja ahora a los años 70. ¿Qué le pasaría? Probablemente, lo primero será que se rompería la nariz chocándose contra una puerta de cristal que no se abriría de forma automática. También pondría las manos bajo un grifo, esperando a que se abriera. Y nadie entendería que no usara el pomo de la puerta, o abriera el grifo. Así que es complicado saber qué esperaría alguien que viniera de dentro de 40 años y viajara al año 2013. Pero sí hay algunas cosas que se pueden predecir: seremos capaces de interactuar con todos los dispositivos de la casa, que se podrá controlar mediante voz y gestos. Conduciremos coches sin conductor. Tendremos traducción automática por voz. El entretenimiento será más complejo y rico que nunca; no sé si tendremos feelies o smellies en lugar de movies [juego de palabras entre la palabra película, movie , que proviene del verbo moverse o move, y feel , que significa tocar, y smell , oler]. Y la comunicación será una experiencia totalmente multimedia. En cualquier caso, yo no me fiaría mucho de mis propias predicciones. Hace 41 años, no podría haber imaginado todas las cosas que ahora hacemos gracias a internet.
Fuente: La Nación