POR CATHERINE SAINT LOUIS / THE NEW YORK TIMES Y CLARÍN
21/02/13
Las víctimas de acoso en la niñez tienen porcentajes muchísimo más altos de sufrir trastornos de ansiedad, pánico, agorafobia, depresión y personalidad antisocial.
El nuevo estudio, publicado en la revista JAMA Psychiatry el miércoles, es el esfuerzo más amplio realizado hasta la fecha para evaluar las consecuencias a largo plazo del bullying en la infancia, dijeron los especialistas.
“Documenta el aumento del riesgo en una amplia variedad de consecuencias para la salud mental y a lo largo de un lapso prolongado”, explicó Catherine P. Bradshaw, experta en acoso escolar y subdirectora del Centro para la Prevención de la Violencia Juvenil de la Universidad Johns Hopkins, que no participó en el estudio.
“La experiencia del acoso en la infancia puede tener efectos profundos en la salud mental en la adultez, en particular entre los jóvenes que han tomado parte en el acoso, ya sea como acosadores o como víctimas”, añadió.
Cifras aterradoras
El estudio siguió a 1,420 individuos que fueron evaluados de cuatro a seis veces entre los 9 años y los 16. Los investigadores les preguntaron a los chicos y a las personas a cargo de su cuidado si habían sido acosados o habían acosado a otros en los tres meses anteriores a cada evaluación. A los participantes se los dividió en cuatro grupos: acosadores, víctimas, acosadores que también eran víctimas y niños que no estuvieron expuestos al acoso.
Los participantes fueron evaluados nuevamente siendo adultos jóvenes –a los 19, los 21 y entre los 24 y 26 años- por medio de entrevistas diagnósticas estructuradas. Los investigadores descubrieron que las víctimas de acoso en la niñez tenían 4,3 veces más probabilidades de sufrir un trastorno de ansiedad en la adultez que los que no tenían un historial de haber acosado o de haber sido acosados. Los acosadores que también eran víctimas eran los más afectados: tenían 14,5 veces más probabilidades de sufrir un trastorno de pánico en la adultez que los que no habían experimentado el acoso y 4,8 veces más probabilidades de experimentar depresión.
Los hombres que eran acosadores y víctimas tenían 18,5 veces másprobabilidades de tener pensamientos suicidas en la adultez que los participantes que no habían sido acosados o no habían sido acosadores. Las mujeres tenían 26,7 veces más probabilidades de sufrir agorafobia que los niños no expuestos al bullying. Los acosadores que no habían sido víctimas de acoso tenían 4,1 veces más de probabilidades de sufrir trastorno de personalidad antisocial de adultos que los que nunca estuvieron expuestos al acoso en su juventud.
Similitudes con el abuso y el maltrato
Los efectos persistían aun después que los investigadores tomaron en cuenta problemas psiquiátricos preexistentes o factores que podrían haber contribuido a los trastornos, como maltrato físico o abuso sexual, pobreza e inestabilidad familiar.
“Pudimos decir que ser víctima del acoso tiene efectos una década después, más allá de la existencia de otros problemas psiquiátricos en la infancia y otras adversidades”, dijo William E. Copeland, principal autor del estudio y profesor asociado de psiquiatría y ciencias del comportamiento del Centro Médico de la Universidad Duke.
“El acoso no es un rito de paso inofensivo sino que inflige daños psiquiátricos perdurables a la par de ciertas disfunciones familiares, señaló Copeland. “El patrón que observamos es similar a los que vemos cuando un niño es abusado o maltratado o tratado con mucho rigor en el ámbito familiar”, agregó.
Fuente: Clarin