22 de noviembre de 2012

Especialistas de países nórdicos proponen que se garantice la privacidad de los niños en la Web, pero los padres quieren vigilar.

¿Qué hacen los chicos en Internet? ¿Con quiénes interactúan y qué información comparten? Éstas son algunas de las preocupaciones habituales de muchos padres.

En numerosas familias, sólo un estricto control de los contactos y comportamientos de los hijos en la Web aporta cierta tranquilidad. Pero ahora, expertos internacionales debaten si es necesario garantizar la privacidad de los chicos en Internet, actualizando la Convención Universal sobre los Derechos del Niño.

La propuesta que surge de los países nórdicos europeos -reconocidos como vanguardistas en iniciativas para proteger derechos en Internet- abre el debate sobre cómo y hasta dónde hay que controlar lo que hacen los chicos. «Es una preocupación de muchos padres: como sus hijos son nativos digitales y ellos no, la falta de versatilidad en el manejo del instrumento tecnológico hace que muchas veces queden como espectadores -dijo la licenciada Susana Mauer, psicoanalista especializada en niñez y adolescentes-.

Pero una cosa es intervenir, ayudando a regular y moderar su uso, y otra es el avasallamiento de la intimidad, y eso nunca es bueno. Mauer va más allá: «Entrar sin permiso a ver qué hacen los chicos en Facebook es como leer en otra época un diario íntimo o como irrumpir intrusivamente en la habitación del adolescente». La Convención fue creada y firmada cuando la conectividad a Internet en hogares era aún muy limitada y los jóvenes menores de 18 años no tenían un acceso regular y diario a la Web.

Hoy, cuando todos los chicos en edad escolar navegan a diario por Internet, muchos comienzan a pensar si no debería existir un artículo que mencione específicamente los derechos de los chicos en Internet: a expresarse, a ser consultados en los temas que los afectan, a no perjudicar su bienestar y también a proteger su intimidad y privacidad.

Para ello, sostienen expertos, será necesario que el Estado implemente campañas que enseñen a los adultos -padres, docentes- cómo orientar a los chicos cuando navegan en Internet. La psicoanalista Maritchu Seitún cree que el control parental estricto es necesario. «Dicen las últimas investigaciones que la capacidad de tomar decisiones termina de madurar alrededor de los veinte años.

Llevado a la computadora, Facebook, el Messenger, chats, etc., esto implica que los padres no podemos dejar en manos de nuestros chicos el control total de lo que hacen cuando se conectan. Cuando los dejamos solos con Internet funcionan como «monos con navaja». Por ejemplo, Facebook está permitido para mayores de 14 y los chicos mienten para poder abrir una cuenta y los padres lo permitimos.

Tenemos que permanecer cerca de ellos hasta que estemos tranquilos de que hacen buen uso de esas herramientas, que en sus manos tanto pueden ser muy útiles como muy dañinas.» Para la licenciada Eva Rotenberg, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y directora de la Escuela para Padres, «es importante anular el acceso a sitios de pornografía, asegurar que la computadora esté en un lugar de acceso de toda la familia y no en la habitación, pero no controlar lo que hacen los chicos en Internet».

En todo caso, la idea es estar al tanto de los usos que hacen los chicos de Internet: saber que chatean con conocidos de la escuela, del barrio, del club, pero no tratar de conocer el contenido de los diálogos. Del mismo modo, conocer qué sitios web visitan es fundamental para poder verificar que se trata de páginas seguras y apropiadas para la edad del chico.

Todo eso no implica invadir la privacidad. «Los padres que necesitan controlar es porque no tienen un vínculo de confianza ni de seguridad afectiva con su hijo, que es el que permite que sus padres sean sus referentes y que no incurran en situaciones de riesgo en Internet», agregó Rotenberg.

A REVISIÓN

La Convención Universal sobre los Derechos del Niño es el resultado de un tratado internacional de las Naciones Unidas por el cual los Estados que la firmaron reconocen y asumen el respeto por los derechos de los niños y adolescentes menores de 18 años. Fundamentalmente, reconoce a los chicos como sujetos de derecho y a los adultos como sujetos de responsabilidades.

La Convención fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. Más de dos décadas después, muchos países que la firmaron comienzan a preguntarse si no debería actualizarse. Es decir, incorporar nuevos artículos que se centren específicamente en los derechos de los chicos en Internet, un espacio en el que transcurre una parte fundamental de la vida de los niños y adolescentes del siglo XXI.

La Convención ya incluye, entre otros, el derecho de los chicos a «expresar su propia opinión y a que ésta se tenga en cuenta en todos los asuntos que los afectan». Otro artículo se refiere específicamente a la protección de la vida personal y dice: «Todo niño tiene derecho a no ser objeto de injerencias en su vida privada, su familia, su domicilio y su correspondencia, y a no ser atacado en su honor».

OPINIONES DE EXPERTOS

Especialistas debaten sobre los controles en la Web

  • «Entrar sin permiso a ver qué hacen los chicos en Facebook es como en otra época leer un diario íntimo» (Susana Mauer, Psicoanalista)
  • «Los padres no podemos dejar en manos de nuestros chicos el control total de lo que hacen cuando se conectan» (Maritchu Seitún, Psicoanalista)

Del editor: por qué es importante. 

Noticias sobre ataques sexuales a menores a partir de contactos en la Web son casi cotidianas. Nada alarma más a un padre. Pero pocos saben cómo controlar.

«USAN LO QUE LOS PADRES LES DEJAMOS»

Florencia Díaz es madre de tres hijos que navegan en la Web con controles

Florencia Díaz del Álamo tiene 36 años y tres hijos: dos varones de 12 y 14 años y una chica de 9. Al igual que muchos padres con hijos adolescentes o casi, Florencia señala que las claves para que los padres mantengan la paz mental y los hijos tengan una relación saludable con la Web y sus contenidos son dos: una serie de reglas claras, primero, y la posibilidad de mantener cierta cuota de control sobre las páginas que los chicos visitan. «Usan lo que nosotros les dejamos», afirma.

«Dependiendo de las actividades que tengan, hay días que usan más Internet y otros que no tanto. Nosotros, dentro de lo posible, tratamos de estar al tanto de lo que hacen: tenemos la computadora en el living y, además, creemos que es importante que no tengan que estar ocultándose para navegar y usar Facebook», contó.

El acceso a Facebook representa un habitual punto de negociación en las relaciones familiares. «Los dos mayores tienen su perfil, pero con la condición de que nosotros sepamos la clave de acceso», dijo Díaz, aunque aclaró que no se lo pasa revisando la actividad ni las conversaciones que mantienen sus hijos. La misma regla corre para las casillas de mail que, otra vez, tienen sólo los dos mayores: «Nosotros hacemos lo que podemos, pero lo más importante es que ellos sepan y entiendan que hay un límite. En ese sentido, ellos son muy respetuosos de las pautas que ponemos».

Eso, señaló, también representa una tranquilidad a la hora de considerar que los hijos pueden conectarse desde la computadora de un amigo o desde el colegio, a pesar de que allí los controles son más estrictos de lo que pueden ser en cualquier hogar: «No sé si reciben clases o charlas específicas al respecto de Internet y todo lo que implica, pero sí me consta que tienen muchos filtros y controles al respecto de las páginas que pueden visitar», aseguró Florencia.

«El único que tiene celular es el más grande, que de todas maneras tiene un aparato muy básico y un plan con control parental. Sólo lo usa para comunicarse con nosotros o algún amigo y dice que, por ahora, con eso le alcanza.»

SE TRATA DE PROTEGER EN LOS DOS MUNDOS

Por Roxana Morduchowicz  | Para LA NACION

En la Argentina prácticamente todos los chicos tienen acceso a Internet, ya sea en sus casas, en la escuela o en locutorios. La mayoría navega a diario. Seis de cada diez menores de 12 años tiene un perfil en una red social (aunque estén por debajo de la edad mínima legal para ingresar en ellas). Los chicos que tienen conectividad en su hogar (el 50% del país) utilizan más la computadora que la televisión. Para ellos, la PC es lo que más lamentarían perder si mañana desapareciera. Cada vez más adolescentes aseguran «sin Internet no tengo vida social» o incluso, «sin Internet me muero». Los chicos de hoy no pueden pensarse sin Internet. La Web es -para ellos- un territorio cada vez más indispensable.

En Internet se sienten libres. Antes, la autonomía respecto de los padres llegaba al casarse, graduarse o al obtener el primer trabajo. Los chicos de hoy la consiguen sin mudarse o sin necesidad de trabajar. La independencia les llega por Internet. Allí no hay adultos, están sólo ellos y sus amigos.

La mayoría de los chicos se perciben a sí mismos como expertos en computación y piensan por eso que nada les puede suceder, que no existe ninguna situación de riesgo que pueda complicarlos. Por eso, con frecuencia, suben información que para muchos adultos sería considerada como «privada». No miden el alcance de la Web. Creen que sólo sus amigos mirarán lo que ellos suben a Internet.

REAL Y VIRTUAL

Para los chicos de hoy, el límite entre lo público y lo privado parece desdibujarse. Entran y salen del mundo online offline permanentemente porque sienten que no hay fronteras entre ellos. Para los chicos del siglo XXI la vida virtual es una extensión de la real. Es la que les permite seguir comunicados con sus amigos, escuchar música, buscar información, hacer la tarea, entretenerse, ver películas…

Por todo ello, si Internet es una parte tan importante del mundo de los chicos, parece lógico ampliar la Convención de los Derechos del Niño y Adolescente para que incluya todos los universos en los que se desarrolla su vida cotidiana. Y que, si ya hay artículos que protegen a los chicos de las situaciones de riesgo que pueden generarse en la vida real, también existan otros que incorporen lo que pueda sucederles en el universo virtual.

Es bueno que la Convención se actualice. Que incorpore la cultura juvenil del siglo XXI. Que escuche a los chicos. Que los piense en todos sus mundos.

Solo así podrá proteger sus derechos. En la vida real. Y en la virtual.

Fuente: La Nación

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