Con el auge de las redes sociales y el triunfo del narcisismo, todos los datos personales -desde el nombre propio y la dirección de e-mail hasta las opiniones políticas, los gustos y las fotos familiares- circulan sin control por la red. Y aunque las voces de alerta se multiplican, a pocos usuarios parece importarles hacer de su intimidad un show. Cuáles son los riesgos del destape on-line.

Sin jerarquías y sin censuras, Internet puso al alcance de la mano la información sobre todo y acerca de todos. El acceso ilimitado al saber significó un avance formidable para la humanidad, pero borró las fronteras que separaban lo íntimo de lo público. Con el auge de las redes sociales, todos los datos personales -desde el nombre propio y la dirección de e-mail hasta las opiniones políticas, los gustos y las fotos familiares- circulan ahora sin control por la Red. Nadie parece ya ser dueño de su privacidad, pero a pocos parece importarle.

«La edad de la privacidad ha terminado», dijo Mark Zuckerberg, el joven prodigio que creó Facebook, cuando arreciaban las críticas por su decisión de hacer públicos los intercambios de los miembros de la Red. No estaba errado, si se atiende a los 100 millones de perfiles de la red social que fueron robados hace dos semanas por un hacker y expuestos a la mirada de todos los que quisieran descargalos.

Subir fotos a Flickr, compartir videos en YouTube, contar las experiencias personales en un blog, presumir de amistades en Facebook y detallar en 140 caracteres lo que se está viviendo a través de Twitter son parte de la rutina de muchos habitantes del siglo XXI.

Pocos años atrás, la moda virtual era segmentar el yo, simulando diferentes personalidades en cada foro por el que se navegaba. Así, nadie sabía muy bien quién se escondía tras un seudónimo en un chat o un videojuego. En este sentido, el mayor temor era ser engañado por otro disfrazado.

Hoy, en cambio, se impone ser uno mismo y gritarlo a los cuatro vientos de la Red. Cada persona quiere comunicar instantáneamente sus opiniones, sentimientos y preferencias al resto del mundo. Es el triunfo del ego, pero de un yo diluido en la comunidad. El miedo, en todo caso, es quedar aislado de los otros.

«La era de la conexión constante está disolviendo la membrana entre el yo privado y el yo público. Las tecnologías totémicas de nuestro tiempo -el celular, el iPod, el BlackBerry- están dando vuelta nuestra psique, invirtiendo las polaridades de lo público y lo privado. Convierten a la soledad en algo portátil. Cada vez más estamos solos en público, ajenos al mundo que nos rodea», describió Mark Dery, gurú norteamericano de la cibercultura y autor del libro Velocidad de escape .

Para el 26% de los argentinos que son usuarios de Facebook, el impulso de escribir o subir una foto es difícil de resistir; pero eso no siempre implica ceder la intimidad. «Lo que se considera el mundo privado exhibible cambia según las épocas y de acuerdo con las edades», reflexiona Susana Finquelievich, investigadora del Conicet en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, quien estudia las formas de relación en la sociedad de la información.

De los 10 millones de argentinos que participan en las redes sociales, muy pocos parecen preocupados realmente por revelar cosas íntimas. «Para los adolescentes, la esfera de privacidad es muy pequeña: se puede mostrar casi todo -sentimientos, ideas, fotos osadas- pero no los temores ni aquello que los torna vulnerables», revela la socióloga. «Los adultos, en cambio, son más cuidadosos con lo que muestran. Los jóvenes de hasta 30 años hablan de espectáculos, deportes, algo de política, pero no suben fotos. Hay más conciencia de que lo privado puede interferir en la vida laboral», agrega Finquelievich.

Como señaló la antropóloga argentina Paula Sibilia, autora del libro La intimidad como espectáculo , el concepto de espacio privado es una conquista de la modernidad. Pero, paradójicamente, la privacidad se tambalea en tiempos de individualidad extrema.

En la Web 2.0, todo está hecho para ver. Con la creación y el consumo de contenidos, los internautas actuales imponen una suerte de exhibicionismo militante y cultivan el bosque del millón de amigos (o «seguidores», según la jerga de Twitter).

El fenómeno comenzó con las revistas de famosos que exponían sus posesiones con desparpajo a las miradas de los otros. Siguió con los reality shows, en los que se podía observar la vida ajena durante 24 horas. Y explotó con las redes sociales, donde todos comparten lo que son o lo que quieren ser.

Espías descontrolados

El cotilleo, antes reservado a la intimidad de la familia y las fiestas, hoy se exhibe orondo en Internet. No se trata sólo de ventilar los trapos sucios de los ricos y famosos. Ahora, cada uno puede aspirar a la celebridad publicando en la Red toda clase de intimidades, desde el colegio al que van los hijos hasta las canciones que silba en la ducha, pasando por fotos de la última borrachera, declaraciones de amistad para toda la vida o infidencias sobre relaciones casuales.

De todos modos, aclara la psicóloga Mónica Tesone, «las redes sociales no cambian la personalidad de la gente». De acuerdo con la experiencia de la psicoterapeuta virtual, «la persona que se exhibe en Internet también lo hace en una reunión social cara a cara; tal vez las redes sociales potencian lo que cada uno es».

Como sea, Google entendió rápido de qué se trata la pasión por verlo todo. Además de funcionar como buscador y correo individual, actualmente la megaempresa se dedica a trazar mapas satelitales (Google Earth y Maps) y a generar panorámicas de las calles de las ciudades mientras «accidentalmente» obtiene información de los que tienen Wi-Fi en los alrededores (Google Street View).

«¿Qué estás pensando?», inquiere Facebook sin vueltas. «¿Dónde estás ahora? ¿Qué estás haciendo?», hurga Twitter sin vergüenza. Estas preguntas, que pueden resultar incómodas al entrar por primera vez a una red social, se transforman pronto en una tentadora provocación al narcisismo. Más de 500 millones de personas -el 22% de los internautas- practican este ejercicio autorreferencial a diario en Facebook. Muchos aceptan ser etiquetados con nombre y apellido en las fotos, sin saber cómo podrían ser usadas luego por desconocidos.

«Lo que nadie contaría a la persona de al lado en el colectivo porque no sabe quién es, muchas veces lo informa alegremente en Facebook o Twitter a todo el que lo quiera leer. Por eso, Andreas Weigend, ex jefe científico de Amazon, dijo que los datos que antes la KGB obtenía con presión o tortura, ahora todo el mundo los publica en Facebook», apunta Laura Siri, docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UBA.

«Las redes sociales usan los datos personales con fines de marketing y de publicidad dirigida», dice la investigadora. «Pero también es evidente que pueden ser usados con fines ilícitos. Por ejemplo, hay pederastas que buscan por este medio fotos de chicos o adolescentes», agrega Siri.

«Se tiene la percepción de que las redes sociales en Internet poseen menos riesgos que otras operaciones on line , como las transacciones bancarias, pero no es así», asegura la abogada argentina Estefanía Santos, especialista en Derecho Informático.

«El 44% de los adultos británicos mantienen abiertos sus perfiles en Facebook», enfatiza la abogada del estudio DSMS. «Si se googlea a alguien, saltan todos los perfiles de todas las redes sociales, ya que están indexadas», dice Santos, quien advierte que «es importante que los usuarios sepan que existe una ley que ampara su derecho a controlar sus datos personales».

Zuckerberg, el CEO de Facebook, alega que, para controlar la privacidad, basta con modificar la configuración con que viene por defecto la Red, indicando qué tipo de información pueden ver los «amigos», los «amigos de los amigos» o «todos». Pero lo cierto es que muy pocos toman estos recaudos, que no son fáciles de habilitar para los que no nacieron con las computadoras. Según un estudio realizado en Estados Unidos en 2008, apenas el 8% de los usuarios de Facebook modifica los patrones de privacidad de la Red, que está armada básicamente para que todos vean todo. Ni siquiera los muertos desaparecen de Facebook.

Precisamente esta eternidad de los datos comenzó a preocuparle hace dos años al periodista tecnológico Alejandro Tortolini, quien, junto con un colega rosarino, inició la campaña «Reinventando el olvido en Internet» para ponerle una fecha de vencimiento a la información on line . «Cuando alguien usa Internet, aunque no se dé cuenta va dejando un rastro y va armando una identidad digital. El problema es que toda la información queda almacenada y hay que hacer un esfuerzo titánico para mantener la privacidad», explica Tortolini. «Aunque uno borre una foto o un post subido a Internet, siempre quedará en la memoria de algún sitio o buscador», insiste. Como respuesta a este reclamo, el navegador Firefox anunció que pronto impondrá una fecha de caducidad a los datos que maneja.

Uso y abuso

El brazo del Gran Hermano en las redes sociales puede ser más largo de lo que se cree. Según un documento del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, el FBI crea perfiles falsos en Facebook, Twitter, LinkedIn y My Space para reunir información de sospechosos, tales como su localización, sus relaciones personales y sus preferencias.

Pero hay más. La revista Wired reveló que la CIA y Google están financiando a la compañía Recorded Future, que monitorea decenas de miles de sitios y blogs para analizar las relaciones «invisibles» entre personas, organizaciones y actos de modo de poder predecir lo qué harán.

Es cierto que se puede localizar a cualquier persona mediante su GPS o a través del celular que usa. ¿Pero quién necesita jugar a la policía cuando los propios usuarios de Twitter o de la nueva red social Foursquare informan a toda hora dónde se encuentran y qué están haciendo?

«No se trata sólo de lo que las empresas logran saber de uno a partir de las redes sociales sino también de lo que cada uno pone en Internet», advierte la doctora en Ciencias Sociales Susana Finquelievich.

Según un estudio de Microsoft, el 75% de los reclutadores de recursos humanos en los Estados Unidos utiliza información obtenida de blogs, redes sociales, fotologs y sitios de juego virtual para decidir si darle un trabajo a alguien. Las consecuencias negativas de los » dossiers digitales» ya son perceptibles. Quizás el caso más famoso en este sentido es el de Stacy Snyder, una joven de 25 años a la que se le negó su título de maestra después de que alguien encontrara en My Space una foto suya bebiendo alcohol en una fiesta.

Aunque en la Argentina existe la Dirección Nacional de Protección de Datos Personales, en la órbita del Ministerio de Justicia, los abusos de la privacidad no cejan. Por eso, han surgido estudios de abogados especializados en el derecho a manejar la identidad digital. «Existe una nueva profesión, llamada reputation manager , que se dedica a limpiar la Web de cuestiones que el cliente no quiere que estén, desde comentarios en los foros de diarios hasta información en un buscador o un blog. Los que más usan estos servicios son las grandes empresas y las personas famosas», revela Estefanía Santos, quien dice que la tarifa depende de la importancia del caso. En los Estados Unidos, la compañía Reputation Defender cobra hasta 1000 dólares anuales para monitorear el nombre propio en la Red.

Con el cruce de los datos obtenidos de las más diversas fuentes -historias clínicas, cuentas bancarias, resúmenes de tarjetas de crédito, padrones electorales, agencias recaudadoras de impuestos, guías de teléfono y, obviamente, las redes sociales-, pronto las empresas sabrán más de las personas que ellas mismas. Quizás entonces el anonimato llegue a cotizar más alto que el número de contactos en Facebook.

© LA NACION

10 millones en las redes

De acuerdo con relevamientos recientes de la firma Datos claros, casi la mitad de los argentinos (el 47%) que utilizan Internet integra alguna red social. La más popular es Facebook, seguida por Windows Live y la red creada en el país en 2007.

22% de los internautas

A nivel mundial, más de dos de cada diez personas que navegan la Web tienen perfil en Facebook. Esto equivale a 500 millones de personas, una parte importante de las cuales carga sus datos, sube fotos y hace comentarios personales sin prestar atención a los filtros de privacidad.

75% de los reclutadores laborales

Un estudio realizado por Microsoft en EE.UU. mostró que la gran mayoría (tres cuartas partes) de las firmas de recursos humanos buscan datos y referencias en blogs, redes sociales, fotologs y sitios de juego on line antes de proceder, o no, a una contratación.

Pesos pesados

Twitter

La red social de los microblogs de no más de 140 caracteres cuenta ya con unos 100 millones de usuarios en todo el mundo, y su crecimiento continúa sin pausa.

Facebook

La más popular de las redes sociales suma ya 500 millones de usuarios en todo el mundo. Con 10 millones, la Argentina ocupa el puesto número 12 a nivel global.

Flickr

Popular servicio de almacenaje e intercambio de fotos y videos, Flickr contaba a fines del año pasado con unas 4000 millones de imágenes, subidas por usuarios.

YouTube

Punto de referencia en la Red, el sitio para compartir videos es un gigante que no para de crecer. En mayo informó que 2000 millones de videos son vistos cada día.

Google

Además del buscador y el correo, la firma traza mapas satelitales y genera imágenes panorámicas de calles de ciudades para su servicio Google Street View.

My Space

Hasta mediados de 2008 fue la red social más popular de EE.UU. y aun retiene una presencia importante en Internet: ocupa el puesto 25 en cuanto a tráfico.

Por Alejandra Folgarait

Fuente: La Nación

  1. Amen de los peligros para la defensa de los derechos como consumidores, los derechos políticos y los derechos humanos que éstas tendencias manifiestan, quiero destacar algo:

    La privacidad es una de esas cosas que definen a los seres humanos.
    Son ese pequeño secreto de ser cada uno un mundo. Nos hace únicos, diferentes.

    Si se pierde eso, perdemos un poco de humanidad.

    saludos desde Córdoba!

    PD: te dejo un link a en escrito mío donde pienso un poco en éstas cosas…
    http://haganmelibro.blogspot.com/2010/08/definicion-de-la-porfia.html

  2. 11 agosto, 2010

    Totalmente de acuerdo con tu postura. Hay que tener en cuenta que «el derecho a estar a solas» esta protegido desde los primeros textos legales y constitucionales. El Derecho tiene que darle soluciones a este intrusismo avasallador de las nuevas tecnologias y, sobre todo, de empresas com Facebook.
    Muy bueno el link.
    Saludos

  3. Jaja, un poco tirado para el lado del idealismo lo mío!
    Pero creo que el idealismo es el germen de todos los cambios hacia la justicia.

    Saludos!

  4. 21 agosto, 2010

    Soy profesor de informática y enseño a mis alumnos la importancia de la legalidad inherente a las acciones vinculadas a la gestión y difusión de información. Me parece loable la difusión de este texto pero, tratándose de un sitio de estas características, deberían citar debidamente a la autora del artículo (Alejandra Folgarait) pues de lo contrario los lectores podrían confundirse y pensar que quien lo escribió es el responsable del website, cuyos datos y foto figuran bajo el rótulo de AUTOR en la parte superior derecha de esta página. Es sólo un aporte constructivo, saludos.

  5. 22 agosto, 2010

    Hola Mario, gracias por tu comentario. Tenes toda la razon en tu apreciacion. Seguro fue un error en la carga y edicion del articulo. Suele pasar.
    Ya lo corregi. Abrazo y saludos. Miguel

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